miércoles, 14 de enero de 2009

Discurso de Gervasio Sánchez recibiendo el Premio Ortega y Gasset de fotografía 2008

Estimados miembros del jurado, señoras y señores:
Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo. ….

Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.

No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV Seguros y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.

Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martin Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.

Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.

Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del Tercer Mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias.

(En el acto estaban presentes la Vicepresidenta del Gobierno, varias ministras y ministros, exministros del Partido Popular, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, el Alcalde de Madrid, el Presidente del Senado y centenares de personas.)

viernes, 9 de enero de 2009

La nieve sobre Madrid

En invierno
me vienen siempre retazos
del pasado, nostalgia invencible de amistades perdidas
sobre versos de Manuel Rivas
que tantas noches me acompañaron...

El mundo se hace viejo
y nieva

El tiempo se cobija junto al fuego
cierra los ojos
y sueña que pasó

Se le caen los párpados al mundo.

El tiempo
va de la mano de una mujer preñada
y el mundo tiene los pies fríos.

Aúllan los corazones en la sierra

y en los labios se posan falispas heridas.

lunes, 5 de enero de 2009

Gaza, enero de 2009

Se durmió el niño
con los brazos muy por fuera.
Con un estruendo de máquina nostálgica,
en la calle recogieron la basura.
Ese perro lejano ladrará toda la noche.
Abrázame así,
muy fuerte, que no sienta.
¿Qué queda por caer en Beirut?

Fragmento de Beirut, Manuel Rivas (Mohicania, 1986)


Recuerdo las infinitas e interminables manis contra el comienzo de la guerra de Irak (aún seguimos aceptando el eufemismo de llamar “guerra” a una agresión devastadora, como si fuera una guerra el pisar hormigas con los zapatos al andar). En una de ellas, ya de madrugada, en la Puerta del Sol, una chica salió de la boca de metro gritando para que no dejaran de oírse los adioses “¡en estos momentos estáis matando gente!”
Y ese grito de desesperación me vuelve a la cabeza en la rutina de un 5 de enero cualquiera. Miro por la ventana, oigo las conversaciones… Suena de fondo “dena dago urrun nire etxeko atetik at, sentikortasunik ez sortasunean lagata…”, cantando Fermin (“todo queda lejos de las puertas de mi casa, sin capacidad de sentir, abandonado en la indolencia…”) Israel, la sucursal de EEUU en Oriente Medio, arrasa Gaza sin piedad. Después salta de nuevo Newroz, también de Fermin, "Para vosotros el año nuevo, aquí la primavera. Utilizamos el fuego en ofrecimiento al sol; otras llamas, sin embargo, han calcinado pueblos". Una y otra vez, el Gernika es lo único que se acierta a ver desde Turquía a Afganistán.
La única posibilidad de victoria para Israel pasa ya por borrar a Hamas (a quien hace años armó y pagó para debilitar a Al Fatah) del mapa. La excusa, la misma de siempre. ¿Se imagina alguien que el Ejército español bombardeara "democráticamente" el sur de Francia argumentando que es el arsenal y refugio de ETA y por donde entran y salen militantes y municiones? Es imposible, porque el nuevo orden mundial ya se encargó de demostrarnos en la práctica que el derecho de invasión es un privilegio de las grandes potencias. Si fuéramos vecinos de Ecuador, por ejemplo, las operaciones ya estarían diseñadas, al menos tan certeramente como Uribe las organizó en Colombia para acabar "democráticamente" con dirigentes de las FARC. Y no olvidamos tampoco que Israel es uno de los mejores clientes de la venta de armamento español. ¿Alguien va a ser tan ingenuo como para esperar que desde el poder se busque la paz?

Gaza queda arrasada, paulatinamente, para mayor tortura del mundo. Primero por aire, luego por tierra; primero partida en dos, luego en tres, y después en nada. Y lo increíble es que la vida sigue. Hasta que un día salgamos todos volando por los aires, compartiendo por fin el dolor que infligimos, cómplices, desde nuestro seguro hogar occidental.