jueves, 31 de julio de 2008

37 recetas para la llegada del verano

Acaba julio... y se asoma el sol de agosto ya por la ventana... dejo aquí esta vela de celebración, este testigo del paso del tiempo (va a cumplir un añito este blog) con un montón de pensamientos que otros escribieron para que los demás hiciéramos nuestros:

Hay personajes literarios a los que uno propina un abrazo que se llena de adjetivos
y también hay atractivas bocas femeninas de las que uno recibe un beso de papel.
Mario Benedetti

Los poetas son hombres que han conservado sus ojos de niño.
León Daudet

La poesía no quiere adeptos, quiere amantes.
Federico García Lorca

La poesía se escribe cuando ella quiere.
José Hierro

Cuando escribo, pretendo recuperar algunas certezas
que puedan animar a vivir
y ayudar a los demás a mirar.

Eduardo Galeano

Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas.
Proverbio árabe

Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla
mientras el género humano no escucha.
Víctor Hugo

Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría,
es tiempo de hacer una pausa y reflexionar.
Mark Twain

Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran,
sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.

Gabriel García Márquez

Los hombres inteligentes quieren aprender; los demás, enseñar.
Antón Chéjov

Que haya muerto no es prueba suficiente de que haya vivido.
Stanislaw Lem

Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo.
Proverbio árabe

Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente
y no una condición de las circunstancias.
John Locke

Si abordas una situación como asunto de vida o muerte, morirás muchas veces.
Adam Smith

Nunca amamos a nadie: amamos, sólo, la idea que tenemos de alguien.
Lo que amamos es un concepto nuestro, es decir, a nosotros mismos.
Fernando Pessoa

No existe ningún problema que no lleve consigo un regalo.
Buscamos problemas porque necesitamos los regalos.

Richard Bach

El objetivo de la vida es nacer plenamente,
pero la tragedia consiste en que la mayor parte de nosotros
muere sin haber nacido verdaderamente.
Vivir es nacer a cada instante.

Erich Fromm

Sólo puedo experimentar y trabajar con lo que mi vida es ahora.
Eso es todo cuanto puedo hacer.
El resto es un sueño del ego.

Charlotte Joko Beck

Cierra los ojos y verás.
Joseph Joubert

Vive como si fueras a morir dentro de diez segundos. Mira el mundo:
es más fantástico que cualquier sueño que puedas tener o fabricar.
Y no pidas garantías ni busques seguridades.
Ray Bradbury

En el fondo de la vida no hay más que lo que allí metemos.
Swetchine

Podrás sentirte defraudado si fallas, pero te condenarás si no lo intentas.
Ralph Waldo Emerson

Saber es acordarse.
Aristóteles

El que teme es un esclavo.
Séneca

Los árboles se abrigan en verano.
Julio Cortázar

¿No es increíble todo lo que puede tener dentro un lápiz?
Guille, amigo de Mafalda

El sistema que nos enfermó nos enseña a leer y escribir.
RATM

…y la noche… ¿dónde duerme la noche?
Le dijo un niño a Eduardo Galeano

No es oro todo lo que reluce, ni toda la gente errante anda perdida.
El señor de los anillos

Quien no quiere razonar es un fanático;
quien no sabe razonar es un tonto;
y quien no se atreve a razonar es un esclavo"

William Henry

Lo más importante es no parar nunca de cuestionarlo todo.
Albert Einstein

La verdadera patria del hombre es la infancia.
Y aunque estuviera usted en una cárcel
cuyas paredes no dejaran llegar a sus sentidos
ninguno de los rumores del mundo,
¿no seguiría teniendo siempre su infancia, esa riqueza preciosa,
regia, el tesoro de los recuerdos?

R. M. Rilke

Si crees que eres libre,
es que no has volado lo suficiente para encontrarte con tus rejas.


Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar,
indefectiblemente te encontrarás a ti mismo,
y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz
o la más amarga de tus horas.

Pablo Neruda

Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra.
Anthony de Mello

Ven a dormir conmigo esta noche... No haremos el amor: él nos hará.
Julio Cortázar

—… Cada cual es un banco de amor. ¡No lo olvides!
—Pero ¿cómo funciona este banco? —preguntó Ariadna.
—Gestiona un amor sin intereses, porque se da libremente sin esperar nada a cambio. Puedes ingresar sonrisas, abrazos, caricias, besos, mimos… Sea lo que sea lo que inviertas, siempre te saldrá a cuenta y multiplicarás su valor. También puedes realizar ingresos de mucho valor, pero sumamente discretos: en este banco se valora saber perdonar, callar a tiempo, agradecer los gestos de otros… El amor es una divisa que nunca pierde valor en la bolsa de la vida. ¿A qué esperas para ponerlo en acción?

El laberinto de la felicidad, Álex Rovira

miércoles, 23 de julio de 2008

Aidez-nous

Hace ahora nueve años de aquel día en que el mundo volvió a nacer.

Veranos que para una parte del mundo significan días de relax y playa, y para la otra, donde siempre es invierno, representan los días más duros del infierno.

El 28 de julio de 1999, dos niños guineanos, Yaguine Koita y Fodé Tounkara, de 14 y 15 años, decidieron por fin subirse al tren de aterrizaje de un avión comercial que se dirigía a Bruselas. Su objetivo era llegar al suelo europeo (al sueño europeo) e, intuyendo las bajísimas temperaturas con las que se iban a topar, se forraron de abrigos. El 2 de agosto serían descubiertos sus cuerpos congelados, sin vida, después de una travesía en la que estuvieron a -40º C. Murieron abrazados, tratando de sobrevivir al frío. Y cuando los separaron, fueron apareciendo objetos: certificados de nacimiento y también de la escuela, fotos de ambos..., y una carta. Una carta que portaban entre sus pechos, escrita en un imperfecto francés. Una declaración de amor a Europa, que también era una llamada de socorro para que los europeos, que arman y enfrentan a los africanos por el control de sus materias primas, se implicaran en poner fin a las guerras que devastan el continente africano y condenan a sus niños al abismo diario.

Tras nueve años sin Koita ni Tounkara, ni tantos otros millones más, muertos de hambre o muertos de bala en la noche de los niños soldados, los dirigentes europeos demostraron haber hecho caso omiso de sus súplicas. Como dijo Alba Rico, el Occidente opulento los recompensó como sabe hacerlo: dándoles un minuto de publicidad en sus medios de comunicación de masas. Pero esa carta que, como escribió Manuel Rivas, era un manuscrito en la era de las telecomunicaciones, envuelto en piel humana y entregado en mano en destino, sigue siendo el más estremecedor espejo del mundo, demostrándonos cada día que la tragedia tiene rostro humano, y que ante la cobardía del conforme Primer Mundo hay infinitos héroes cotidianos, Odiseos modernos que, sin nada que perder, se dejan la vida en el camino. Filípides que llegan a la frontera para anunciar, por si algún despistado aún no lo sabe, la derrota de África.

La carta decía así:
"Conakry, 21 juillet 1999.
Excellences, Messieurs les membres et responsables d'Europe,
Nous avons l'honorable plaisir et la grande confiance de vous écrire cette lettre pour vous parler de l'objectif de notre voyage et de la souffrance de nous, les enfants et jeunes d'Afrique.
Mais tout d'abord, nous vous présentons les salutations les plus délicieuses, adorables et respectées dans la vie. A cet effet, soyez notre appui et notre aide. Vous êtes pour nous, en Afrique, ceux à qui il faut demander au secours. Nous vous en supplions, pour l'amour de votre continent, pour le sentiment que vous avez envers votre peuple et surtout pour l'affinité et l'amour que vous avez pour vos enfants que vous aimez pour la vie. En plus, pour l'amour et la timidité de notre créateur Dieu le tout-puissant qui vous a donné toutes les bonnes expériences, richesses et pouvoirs de bien construire et bien organiser votre continent à devenir le plus beau et admirable parmi les autres.
Messieurs les membres et responsables d'Europe, c'est de votre solidarité et votre gentillesse que nous vous crions au secours en Afrique. Aidez-nous, nous souffrons énormément en Afrique, nous avons des problèmes et quelques manques au niveau des droits de l'enfant.
Au niveau des problèmes, nous avons la guerre, la maladie, le manque de nourriture, etc. Quant aux droits de l'enfant, c'est en Afrique, et surtout en Guinée nous avons trop d'écoles mais un grand manque d'éducation et d'enseignement. Sauf dans les écoles privées où l'on peut avoir une bonne éducation et un bon enseignement, mais il faut une forte somme d'argent. Or, nos parents sont pauvres et il leur faut nous nourrir. Ensuite, nous n'avons pas non plus d'écoles sportives où nous pourrions pratiquer le football, le basket ou le tennis.
C'est pourquoi, nous, les enfants et jeunes Africains, vous demandons de faire une grande organisation efficace pour l'Afrique pour nous permettre de progresser.
Donc, si vous voyez que nous nous sacrifions et exposons notre vie, c'est parce qu'on souffre trop en Afrique et qu'on a besoin de vous pour lutter contre la pauvreté et pour mettre fin à la guerre en Afrique. Néanmoins, nous voulons étudier, et nous vous demandons de nous aider à étudier pour être comme vous en Afrique.
Enfin, nous vous supplions de nous excuser très très fort d'oser vous écrire cette lettre en tant que Vous, les grands personnages à qui nous devons beaucoup de respect. Et n'oubliez pas que c'est à vous que nous devons nous plaindre de la faiblesse de notre force en Afrique.
Ecrit par deux enfants guinéens, Yaguine Koita et Fodé Tounkara".


Traducción al castellano:
"Conakry. 21 de julio de 1999.
Excelencias, Señores miembros y responsables de Europa. Tenemos el honorable placer y la gran confianza de escribirles esta carta para hablarles del objetivo de nuestro viaje y del sufrimiento que padecemos los niños y los jóvenes de África.
Pero, ante todo, les presentamos nuestros saludos más deliciosos, adorables y respetuosos con la vida. Con este fin, sean ustedes nuestro apoyo y nuestra ayuda. Son ustedes para nosotros, en África, las personas a las que hay que pedir socorro. Les suplicamos, por el amor de su continente, por el sentimiento que tienen ustedes hacia nuestro pueblo y, sobre todo, por la afinidad y el amor que tienen ustedes por sus hijos a los que aman para toda la vida. Además, por el amor y la timidez de su creador, Dios todopoderoso, que les ha dado todas las buenas experiencias, riquezas y poderes para construir y organizar bien su continente para ser el más bello y admirable entre todos.
Señores miembros y responsables de Europa, es a su solidaridad y a su bondad a las que gritamos por el socorro de África. Ayúdennos, sufrimos enormemente en África, tenemos problemas y carencias en el plano de los derechos del niño.
Entre los problemas, tenemos la guerra, la enfermedad, la falta de alimentos. En cuanto a los derechos del niño, en África, y sobre todo en Guinea, tenemos demasiadas escuelas, pero una gran carencia de educación y de enseñanza: salvo en los colegios privados, donde se pueden tener una buena educación y una buena enseñanza, pero hace falta una fuerte suma de dinero. Ahora bien, nuestros padres son pobres y necesitan alimentarnos. Además, tampoco tenemos centros deportivos donde podríamos practicar el fútbol, el baloncesto o el tenis.
Por eso nosotros, los niños y jóvenes africanos, les pedimos hagan una gran organización eficaz para África, para permitirnos progresar.
Por tanto, si ustedes ven que nos sacrificamos y exponemos nuestra vida, es porque se sufre demasiado en África. Sin embargo, queremos estudiar, y les pedimos que nos ayuden a estudiar para ser como ustedes en África.
En fin, les suplicamos muy, muy fuertemente, que nos excusen por atrevernos a escribirles esta carta a ustedes, los grandes personajes a quien debemos mucho respeto. Y no olviden que es a ustedes a quienes debemos quejarnos de la debilidad de nuestra fuerza en África. Escrito por dos niños guineanos. Yaguine Koita y Fodé Tounkara".


La canción que suena en el blog la escribí desde el corazón para no olvidar. Y la pusimos música Django FM. Allí la hicimos posible los "djanguitos" (Giusepe, Javi, Patricia, Jose, Bayo, el Niño y yo) y fue grabada en 2004, con la colaboración de Paul Schwarz (de Macaco), Kathi (de Desakato Dadá), Pierre, Iván, Leti, Miriam y Soumia.

lunes, 21 de julio de 2008

El terror y sus víctimas

El símbolo de la justicia es una mujer vendada con una balanza en la mano y una espada en la otra.

El otro día estaba mirando para inscribirme en la Escuela Oficial de Idiomas… y navegando por la página me encontré inocentemente leyendo la sección de descuentos en la matrícula. Sin darme cuenta, me fui encontrando con que ya casi no existen subvenciones a este tipo de actividades. Bueno, ni a ninguna: para la piscina, el Parque Warner o demás atracciones comerciales, uno deja de ser niño a los 4 o a los 6 años. Igual pasa con los servicios públicos: los abonos de transportes dejaron de considerar niños a los que cumplen 11 años, y dejó de ser “carne joven” quien cumplió los 21 (todo el mundo sabe que a los 21 ya nos encontramos con la carrera terminada y un trabajo fijo). Siguen existiendo los descuentos a las familias numerosas, pero hoy nada tiene que ver con la realidad de los años 70, en las que todas las familias eran numerosas, y de la misma forma, estos descuentos sólo sirven para los que tal o cual empresa o institución considere niño o joven... y están tan en desuso que no hay más que ver la cara que pone al otro lado de la ventanilla el funcionario cuando le enseñas el libro para que haga efectivo ese descuento.

Total, que cuando ya iba a pasar del tema, mis ojos resbalaron hasta la última línea de las bonificaciones y leí: “víctimas del terrorismo, gratis”.

En principio sentí una inocencia infinita, porque me puse a pensar que, por esa definición, yo tranquilamente podría pedir un descuento: en un segundo me vinieron a la cabeza muchas situaciones de víctimas del terrorismo: el terror de Estado que sufren los millones de parados, especiamente los de larga duración; el terror machista que sufren miles (¿o millones?) de mujeres en España, ya sea en sus casas como en las empresas donde trabajan; el terror que suponen las cadenas de las hipotecas en millones de familias que no son libres para decidir nada en sus vidas atadas; el terror inmobiliario que condena de por vida a los jóvenes a “no tener una casa en la puta vida” mientras hay dos millones de pisos vacíos en el Estado; el terror que sufrieron las 4.000 víctimas de agresiones racistas y fascistas cada año; las torturas y los malos tratos en las comisarías o en los módulos FIES de las cárceles españolas que denuncian organizaciones internacionales por los derechos humanos; el terror de las listas de espera en los centros sanitarios saqueados por la sanidad privada en los últimos años; los tratos inhumanos a los inmigrantes en los CIE donde los hacinan por el solo hecho de no tener pasaporte… Pero esa inocencia repentina se fue convirtiendo en rabia: salvo el caso de las víctimas del 11-M, o algún caso arrancado después de meses de lucha, como ocurrió con José Couso, “víctima del terrorismo” en la práctica significa “víctima de ETA”.

Respeto a toda persona que sufre la violencia en cualquiera de sus formas. Y éticamente no me parece mal que una víctima de ETA reciba subvenciones, ayudas, reconocimientos institucionales (aunque se trate a menudo de un miserable juego de intereses con altísima rentabilidad política), pero qué injusto resulta que ya prácticamente sólo queden ellos como receptores de ayudas. Me gustaría ver (por un mínimo sentido de convivencia, dignidad y justicia) a todas las demás víctimas de la violencia de Estado y sus conflictos en la misma línea de las ayudas. Con esto siempre me acuerdo de una intervención en la radio de Eduardo Haro Tecglen, dedicada a una inmigrante prostituta, degollada una noche en el parque del Planetario en Madrid. Eduardo dijo: “ojalá la hubiera matado ETA. Sí. Así, al menos, su familia conseguiría una cuantiosa compensación económica y el merecido homenaje y el estremecimiento de todos nosotros compartiendo su dolor”. Así de crudo, como el poema atemporal de Bertold Brecht “Muchas maneras de matar”.

La realidad nos demuestra que la justicia ni es mujer ni tiene una balanza en su mano, en este país de mujeres vendadas y espadas en alto. Como demuestra la campaña orquestada estos días para que se consiga una ley que aleje a los militantes de ETA de sus víctimas. Éticamente es muy positivo que se promueva que no vivan cerca las víctimas de sus verdugos: esa ley, como tantas otras cosas, la pedía a gritos la sociedad española desde el mismo fin de la guerra civil. Millares de pueblos, a lo largo de toda la geografía española, han vivido durante 70 años la misma escena en que el reconocido asesino, pistolero falangista o jerarca del Movimiento vive en el pueblo al lado de los familiares de muchas personas a las que reconocieron que fusilaron y los tiraron por un puente después. Nunca se rindió cuentas con esto, y ante ese principio de amnesia (Borbón y cuenta nueva) se construyó la España que hoy conocemos. Pero otra vez vuelvo a caer en la inocencia infinita, porque, evidentemente, esta ley no se aplicaría para estos casos. Las leyes siguen siendo para quien tiene el poder de hacerlas y llevarlas a la práctica, y de eso depende toparnos con la balanza o con la espada. Los represaliados políticos (no los de la violencia de ETA, sino la inmensa mayoría de víctimas sociales del Estado, que se cuentan por millones) no tendrán nunca un hueco en el código civil. Como mucho, y con mucha suerte, consiguen que de vez en cuando alguien les dedique un homenaje. País de inocentes.

sábado, 19 de julio de 2008

La ciudad desaparecida

Cuando era niño, bajábamos a jugar a la calle con lo puesto. El descampado resultaba, sin que nosotros fuéramos conscientes de ello, como una inmensa hoja en blanco sobre la que pintar creando nuevos mundos. Arquitectos infantiles con ganas de soñar, le arrancábamos a la tierra un campo de fútbol, o al parque una pista de béisbol, una cancha de tenis…, una carrera ciclista para las chapas o un recorrido lleno de agujeros y montañas mágicas para las canicas.

No necesitábamos nada para soñar, nada que no fueran las ganas de hacer cosas. Y la tele no nos atrapaba porque las horas de los dibujos animados estaban contadas (y si había algo era La bola de cristal o Fraguel Rock, que estimulaban nuestra imaginación) y aún no sabíamos lo que era el vídeo. Bajar al jardín de casa, o visitar los jardines vecinos buscando tesoros lo recuerdo como una entrañable imagen de pequeños Robinson Crusoe urbanos. A veces encontrábamos monedas, otras veces muñecos, reliquias, juguetes rotos (o no). Las zanjas que comenzaba a haber para construir nuevas carreteras y pisos nos servían de escenario para nuestras películas de acción, saltando charcas, cogiendo bichos o haciendo cross por los montículos con la bicicleta.

Qué decir de la fiesta que significaba tener una moneda de cinco duros en la mano y salir corriendo a la tienda del barrio o al puesto de chucherías. Por supuesto, no todo son recuerdos bucólicos. También había peleas, claro. Todos los días alguien se zumbaba. Pero es verdad que, al no tener nada, ni navajas ni otras armas que no fuéramos nosotros mismos con nuestras rabias, por muy duras que fueran las curras nunca salió nadie realmente malparado. Y cabrones fuimos un rato, como probablemente corresponde a los niños como privilegio esencial.

Mi infancia desde casi los 7 años hasta los 12, transcurrió en el último bloque de viviendas que topaba con el Parque Conde de Orgaz, un búnker vallado, lleno de chalets donde vive parte de la oligarquía madrileña. Mis ojos de niño sólo eran capaces de ver el misterio de aquella valla por donde trepábamos como quien subía el Himalaya y luego la bajábamos con vértigo hasta volver al suelo, no siempre con la misma suerte. Desde mi ventana conocí ya de pequeño esa brecha que dividía el mundo en dos. De aquella parte donde se acababa la ciudad, me inquietaba por las noches la soledad de los semáforos, que emitían señales sin parar sin que nadie se acercara para escucharlos, hasta que el tedio los dejaba en un ámbar intermitente que sólo despertaba el ronquido de los coches, a la hora en la que la ciudad volvía a desperezarse.

Esos recuerdos del descampado quedaron enterrados exactamente bajo el mausoleo de sueños del Palacio de Hielo, un monstruo comercial donde los niños ricos pueden divertirse pagando entrada en cada atracción. Si antes íbamos al polideportivo a hacernos amigos jugando juntos al baloncesto, ahora los niños se pelean por jugar a una máquina donde te dejan un balón de plástico mal inflado para que tires unos tiros a la canasta por un euro. Lo que antes era ver cómo a la misma hora chavalas y chavales bajaban a juntarse en la pista para conocerse y sin pagar un precio a nadie por ello, ahora se ven cosas como una pelea de gallos dando puñetazos a una máquina para probar su fuerza. Grupos de chicos y grupos de chicas aún niños, vistiendo las mejores marcas y embadurnados de los mejores perfumes para hacerse un cortejo patrocinado por las multinacionales textiles.

Antes, por las noches el parque era un lugar común, donde nadie pagaba entrada y no nos echaban de allí al llegar la noche, porque nos pertenecía a todos. Pero el mismo espacio que reinventábamos cada día para convertirlo en algo nuevo, con el único ejercicio de poner dos sudaderas marcando las porterías, ahora acoge en tres plantas un sinfín de tiendas de comida basura, ropa para anoréxicas, un cine comercial y, sobre todo, un gran número de máquinas recreativas dirigidas a los niños, para hacerles ver que arriba-abajo e izquierda-derecha son los únicos movimientos que permite el sistema.

Con el tiempo me hice mayor, y dejé los juegos. La familia abandonó el barrio que ya no era barrio, y nos fuimos a las afueras. Allí tuvimos un perro. Eran barrios nuevos de familias que salieron de la capital, y resultó hermoso que nos juntáramos decenas de personas con cachorros de todas las razas, a la misma hora, para recorrer otro descampado, ya fuera por las tardes como por las noches. Los perros tenían todo un campo abierto para correr y jugar, y era un verdadero placer para el alma ver esa explosión de alegría en ellos, atrapados completamente por la alegría del presente, abriendo el regalo de la vida y devorándoselo sin esperas.

Pero la vida sigue, y el ser humano camina en la dirección opuesta a la vida. Ahora, regresando también a esta casa de las afueras, esos cachorros, con sus juegos, sus carreras tan interminables que los convertían en puntitos negros en el horizonte, han quedado también sepultados bajo otra inmensa cripta comercial, Rivas Futura. Los perros, encerrados en miniparcelas como los niños encerrados de los recreativos, se pelean por defenderse entre las vallas. También ellos sufren la vorágine de estos tiempos en los que se vende hasta el último grano de arena.

martes, 15 de julio de 2008

La cena de los idiotas

A estas horas de la noche, todos somos Francois Pignon.
"Ahora, a trabajar y a consumir"... parece mentira que la frase pertenezca a un dirigente socialista, presidente del Gobierno. Y que encima sea la frase de cierre de un Congreso de un Partido Socialista europeo, dirigida a los militantes del PSOE.
Era ZP, una marca como cualquiera otra, ahora devaluada en el mercado de valores.

"Producid, consumid, malditos..."

Hace ya tiempo que los partidos que se dicen socialistas desterraron el marxismo y las ideas comunistas de sus programas... y paulatinamente esos idearios son sustituidos por el viaje surrealista hacia ninguna parte. Aquí un socialista en 1976 y desde la clandestinidad denunciaba el carácter imperialista y de clase de la OTAN con unos valientes y brillantes artículos firmados con seudónimo..., y, diez años después, ya presidente, se ponía el primero en el desfile yanki abriendo sus bases militares para eliminar objetivos incómodos del monopoly mundial y penetrar en nuevos mercados cogido de la mano invisible de la barbarie. ¿Se trata del viaje del héroe o el viaje del monstruo?

Hoy, que los políticos son de carrera y ya no pasan en su juventud por la trena, ni siquiera por la comisaría; que las mentiras van decoradas en operaciones de márketing y eslóganes publicitarios diseñados por grandes empresas, que nos venden sonrisas vacías entre cortinas de humo... sencillamente se hizo el juego de letras infantil de la fe de erratas: donde ponía "comunismo" debe decir "consumismo". Y 160 años a la papelera de un plumazo.

Uno de los grandes engaños del "socialismo real" y demás experiencias socialistas ha sido el valor del trabajo. En mayor o en menor medida, se produjo más que nunca a costa de sustituir la "explotación del hombre por el hombre" por la "explotación del hombre por el Estado".

Y en estos tiempos difíciles, donde las nubes de arena no nos dejan ver más allá de las marcas, seguirá siendo verdad aquella viñeta de El Roto en la que la rata decía mientras volvía la esquina "el capitalismo funciona, sólo hay que saber adaptarse". O aquel gordo de traje, con puro en la boca, que después de hacer carrera política se hizo con un gran banco y decía "el capitalismo como mejor funciona es siendo rico".

O quién sabe si aquella del emérito Rodríguez Braun, que en la radio decía que se indignaba cuando veía a un indigente vendiendo "La farola" y decía, fuera de sí, que él le preguntaba siempre al indigente: "¿pero por qué no vende el Cinco Días?"

Si es que en el fondo los demás no lo entendemos. O no los entendemos. Pero caminamos decididamente hacia el día en que sus verdades mesiánicas hagan posible que nos encontremos en un mundo de ciudades-mercado habitadas por ciudadanos-consumidores, en las que solo nos topemos con kioskos de verdad vendiendo mentiras, en un mundo lleno de kioskeros embargados hasta el alma para poder mantener su chiringuito. Chungo destino.

miércoles, 9 de julio de 2008

El huevo y la gallina

"Violencia: (del lat. violentĭa). 3. f. Acción violenta o contra el natural modo de proceder.” (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua)

Me lo encontré anoche. Ya casi no había luz por los alrededores oscuros de la estación de Atocha, en esa parte de la ciudad donde comienza la periferia y el mundo deja de ser noticia para convertirse, como mucho, en suceso. Caminaba como adentrándome en otra dimensión, en una de las tantísimas estaciones fantasma del Madrid turístico… Y de repente, salió de un rincón, como un trozo de nada que se desgaja del vacío. Una piedra sin nombre que cae de la ruina.
Era alto, muy alto, y mucho más negro que la noche. Desde el instante en que me vio venir, se fue acercando emitiendo un “excuse me”. Esos segundos me dieron el tiempo suficiente para vencer al miedo instintivo, y decidí pararme a hablar con él. Pronunció el nombre de un país muy lejano, tan lejano que no lo entendí… Empujaba un carrito vacío, con unos brazos largos y fuertes, aunque visiblemente enfermos, tísicos, con las mil marcas de la desesperación en su piel. Estaba jodido, pero no se le veía tan mal como a las almas hechas polvo y pena que deambulan por otras calles arrastrando su miseria o su cirrosis. Este se presentó con el corazón por delante. Un corazón que si tuviera un cuentakilómetros seguro que habría dado ya varias vueltas a todos sus ceros. Hablaba todos los idiomas, y por un momento me pareció un personaje mítico como los que aparecen en los cuentos de Borges.


–Yo paso mucha hambre –dijo cuando dio con el castellano.


Su voz retumbó en mis entrañas casi tanto como debieron retumbar los cuerpos delante de las pantallas de tropecientos mil voltios en el “festival solidario” del megacentro comercial “Rock in Rio” que se plantó no muy lejos de aquí durante las dos últimas semanas, cuya entrada diaria costaba entre 50 y 275 euros y cuyos 200.000 metros cuadrados hablaban de sostenibilidad mientras albergaban hasta una pista de nieve artificial en mitad del desierto del sureste madrileño.
Una voz profunda, que venía desde las catacumbas de la vida, a la que no hacían falta ni los más potentes equipos de amplificación ni las gigantescas pantallas digitales ni los monitores, ni los equipos inalámbricos, juegos de luces ni demás parafernalia del mundo que viaja en la sociedad del derroche y el espectáculo vendiendo mensajes de progreso patrocinados por Movistar, Endesa, El Corte Inglés y multinacionales de la información. Su mensaje era sencillo. Y me partió el alma.

Deseé con todas mis fuerzas que de repente apareciera ante nosotros un carrito lleno de comida, de esos que salen por la puerta de atrás del hiper en la madrugada, desbordando montones de frutas, verduras y lácteos entre hogazas de pan del día, que ya no puede vender la tienda porque la arruga y el color oscurecido mancha su nombre y el valor de la marca…

“Yo paso mucha hambre”, retumbó de nuevo dentro de mí, dándome de bruces con la realidad.

Y en ese instante me acordé de la fotografía que vi por la mañana. Los grandes jefes de Estado, las grandes marionetas del mundo, reunidos para hablar de la crisis global, se sentaron como reyes medievales (bueno, no tan medievales, porque hay quien sigue teniendo el suyo, con toda la Corte bien dispuesta por los aparatos del Estado y los Consejos de Administración de las principales empresas del país…), como una celebración de dioses, ante una mesa para degustar 19 platos distintos. Platos preparados por el mejor chef de Japón, la más sublime delicatessen para el mejor gourmet: congrio con azucenas, maíz con caviar, almejas hervidas, erizos de mar y otras mariscadas exquisitas para los amos de la Tierra y su séquito. Estaban reunidos para tratar la mayor crisis alimentaria de la Historia. Y la mayor de las violencias, estaba en esa mesa.

“Yo paso mucha hambre”.

Nos regalamos nuestras mejores sonrisas, chocamos nuestros puños con cariño en el saludo rastafari y le deseé mucha suerte.

Y mientras retumbaba una y otra vez la misma frase en mi interior, deseé profundamente tenerlos delante para reventarlos a todos. Patearlos hasta que les salieran las tripas por la boca. Uno a uno, sus estómagos estallando al unísono como un golpe de justicia humana...