sábado, 28 de marzo de 2009



"¿Dónde vivía? ¿Por dónde andaba? ¿Cuándo hizo enemigos? ¿Fue alguna vez feliz?
¿Qué pensaría de nosotros? ¿Qué es lo que le daba fuerzas?
No hay que darle más vueltas, los conocemos cuando los perdemos.
Algunos días son así, podemos saber el nombre de nuestros héroes, podemos ir a sus funerales... En todos los periódicos, en primera página, los restos del cadáver gritando: ¡Guerra al Estado, guerra siempre! ¡Hasta que nos dejen en paz!
Si el amor es lo más hermoso, ¿por qué follar a oscuras con la libertad?
Es una amante demasiado peligrosa como para andar contándolo por ahí.
No hay que darle más vueltas, lo que tiene que pasar, pasa y no hay nada bueno para todos. ¿Quién no ama la libertad... aunque le reviente entre las manos?
No puedo ni mirarte, es demasiado. El cadáver gritando sin parar
¡Guerra al Estado, guerra siempre! Hasta que nos dejen en paz."


Vuelve hoy a sonar la vieja canción de Hertzainak, porque los fascistas han vuelto a visitar Vallekas después de tantos años. La Delegación de Gobierno no desautorizó una marcha ultraderechista, con lo que de nuevo la policía decreta el estado de sitio para que un ejército de nazis se pasee desfilando por un barrio obrero insultando a los inmigrantes y gritando consignas (según testigos) como "Carlos, pardillo, devuélvenos el cuchillo". Secuestrando por una tarde el barrio para que se ensucie de consignas racistas. Se han escuchado pelotazos de goma durante casi dos horas, al son de las sirenas. Todas las calles del Puente eran ratoneras por donde continuamente corrían jóvenes escapando de las cargas policiales. El saldo inicial es de 24 detenidos. Todos ellos "antisistemas", según la gran prensa, que para esto siempre es como un niño tonto (aunque a inteligentes no les gana nadie) y vende la noticia, de nuevo, como un enfrentamiento entre bandas, como si hubieran quedado los extremismos a la misma hora para demostrar al mundo lo malísimos que son. En vez de advertir que permitir esta violencia racista y sus provocaciones, y poner a sus pies a las Fuerzas de Seguridad del Estado, es igual a disturbios. El verdadero desorden público es permitir que esto suceda y que las Fuerzas del Orden se empleen a fondo para reprimir violentamente a los vecinos en su propio barrio.
Y esta canción que se escribió para Piti, hoy también es para Carlos, que murió por ponerse delante de una de estas manadas, y era antifascista y vallecano.

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