sábado, 14 de marzo de 2009

En la cueva de Alí Babá

Acabo de salir del hipermercado, y no vengo con la euforia que caracteriza a quien cruza el chivato de la caja sin pitar y con algo en los bolsillos. De hecho, vengo mucho más indignado que cuando entré.

En la sección de animales del centro comercial, encontré un juguete para gatos bastante interesante: un ratón con cuerda. Había otro tipo de ratones también, pero éste tendría la gracia en que se movería y haría ruido.

Cuando vi el precio ocurrió lo que suele pasar en este tipo de centros... ¿cómo puede ser tan caro esto? Me dije. Casi cuatro euros.
Al ratito, pensé: "venga, un día es un día..."
Pero al segundo, una gotita de cordura me respondía: "ni de coña".

Total, que me llevé el ratoncito hasta que conseguí encontrar un hueco en el que disimuladamente liberarlo del estúpido envoltorio contaminante de plástico que le daba volumen al producto, y le di vida en mis manos.

Logré pasar por caja sin que ningún pitido enturbiara la calma del templo de ocio moderno y sin que ningún simio me estuviera esperando.

Cuando salí de allí, volví a tomar entre las manos el ratoncito y pude leer en su base: "made in China".

Lo observé detenidamente. Se trataba de un simple plástico recubierto de piel sintética, con dos pegatinas en el lugar de los ojos, y una ruedecita y una cola saliendo de la diminuta caja que tenía el valor de mercado de casi cuatro euros, para los que siempre hay un consumidor que los pagaría gustosamente, porque en eso de producir sólo para quien puede pagar, el mercado funciona de maravilla.

Enseguida me entró la mala ostia, porque de alguna manera era yo quien salía de allí con la condición de ladrón. Si hubiera pitado la alarma, habría vivido ese momento de bochorno en el que el conjunto de consumidores miran a ver qué ha pasado, y hubiera sido etiquetado en el inconsciente de todos ellos como una rata consumidora que no respeta las sagradas leyes del mercado.

Por mi cabeza pasaron, en un momento, los niños y adolescentes que en el culo del mundo dedicaron sus jornadas interminables y sin sueldo ni derechos, a realizar este juguetito para el mercado de los animales domésticos occidentales; pasó también por mi cabeza la cajera del centro comercial, inmigrante latinoamericana (expuesta en fila junto a las otras decenas de mujeres), su irrisoria nómina de contrato temporal y su imposibilidad de sindicarse para reclamar que existe; pasaron todos y cada uno de los peones, caballos y alfiles del tejido productivo (comerciales, distribuidores, logística, repartidores, reponedores...) que cada cual a su manera y cada quien en su medida, también sufren ese más sutil robo de la plusvalía, que sigue siendo exactamente la misma forma de relación productiva hoy que hace ciento cincuenta años.

Los que mueven los hilos y convierten a los demás seres humanos en juguetes a quienes darle cuerda a su consumismo enfermo de conciencias de plástico, jamás se plantearán estas cosas, porque fueron educados en que la mano invisible siempre es invisible y nunca, nunca, tiene nada que ver con la suya. Pero mi mano visible se metió el ratón en el bolsillo. ¿Y quién debe a quién?

Al menos me alegra escuchar cómo la Momo se lo está pasando persiguiendo al ratoncito...

3 comentarios:

ada dijo...

Pues yo el otro día le regalé un ratoncito de cuerda a Rodolfo y la verdad es que sólo le hizo caso medio minutos...sigue prefiriendo perseguir mis tobillos o la rama de una flor de plástico antes que los ratones made in china...creo que Rodolfo me ha salido "artesano" y consume ocio de forma responsable, como su "mamá" jejejeje

Tremendo todo lo que cuentas. Ojalá hubiera más gente que, como tú, utilizara las neuronas en la cola del súper para algo más que sacar la Visa

BxussS

Jabones Solea dijo...

al final, tenías ganas de coger ese ratoncito... no sé que fuerzas te empujaron, qué te atrajo del mismo pero pensaste "ni de coña" y te lo llevaste. Creo que hubiese sido más solidario dejar el ratoncito donde estaba, ya que la lucha es en este caso no consumir, así seguirán haciendo ratoncitos, porque la gente los quiere.... y ese es el mensaje que le llega a "la máquina".

igor dijo...

Gracias Ada, por venir siempre! :) mi gatita juega con lo que tenga, pero es tan comodona que no le mola jugar sola. ¡Menuda es!

xpatricia! qué sorpresón tú x aki! :) tienes toda la razón en lo que escribes, lo primero es no pisar el templo del consumo si no es para patearlo... aunque creo que las luchas son muchas, y que aquí a la máquina le llega otro mensaje, como que el objeto de consumo ha sido reapropiado por alguien... (y tiene valor no consumir, pero tb tiene valor no pagar el precio de un mercado injusto... y quizá sea más contundente esto último porque la mercancía ha desaparecido). Ya sabes, el libro rojo de mao, el yomango y el sccpp "sabotaje contra el capital pasándoselo pipa"... así que, yomango y la Momo se lo pasa pipa ;)

besos robados!!