Dice estar contento de este viaje que le ha hecho recorrer la península llenando teatros y recintos (en Santiago contaron 1.500 personas en el Auditorio y ha sido una de las firmas más deseadas en las ferias del libro en Madrid, Barcelona o Sevilla). Él está convencido de que “este mundo lleva otro mundo posible en la barriga”, y como si de una metáfora de su metáfora se tratara, quienes le han dado su cariño en este camino eran, en su inmensa mayoría, jóvenes. Gran conversador, muy cercano cuando habla, mira profundamente con sus ojos azules pintados de horizontes y piensa cada palabra como si estuviera modelando figuras de barro.
El niño rebelde
Galeano se crió en un ambiente de profundas convicciones católicas, pero “no me fue bien con la santidad”, afirma. Siempre tenía una pregunta contestataria en el aula, y desde muy chiquito supo que estaba “destinado a ser expulsado de la clase”. Esas preguntas no han dejado nunca de acompañarle. Su educación universitaria transcurrió en los cafés de Montevideo. Comenzó a trabajar muy temprano y a militar en organizaciones políticas, lo que le llevó a estar preso, primero en Uruguay y después en Argentina, antes de su exilio a Barcelona a finales de los ‘70. Y es en Barcelona donde decidió llevar a cabo el lanzamiento mundial de su último título, que “quiso ser el libro de los nadies, de los no escuchados”. Galeano es un activista de la memoria: él prefiere dar voz a los protagonistas de hoy y de ayer, caminantes de la Historia, y desconfía de los futurólogos: “ése es el drama de los intelectuales, quieren creerse con el derecho a decidir la Historia, cuando los verdaderos protagonistas son la gente que trabaja, que son anónimos, y son los que merecen respeto y atención. Yo escribí este libro tratando de escuchar esas voces no escuchadas y de ver esas imágenes no vistas, de los anónimos que hacen la Historia sin saber que la hacen. Y esa multiplicidad de puntos de vista requiere mucha humildad: saber que somos un pedacito de algo mucho más grande y ubicarte en un lugar desde el cual puedas de veras escuchar y mirar. Para eso hay que lavarse los ojos y los oídos, los oídos taponados de los prejuicios acumulados durante siglos… Y las telarañas que te impiden ver todo el arco iris terrestre en su luminoso esplendor, que son el machismo, el racismo, el militarismo, el elitismo...” Dice que uno escribe “para abrazar a gente que no conoce y ser abrazado por ella”. Para él, la literatura latinoamericana es una “voz de voces” que da la diversidad de un continente “con amplias reservas de dignidad”.
La presencia de las mujeres
La revolución que salió menos herida del siglo del viento fue la lucha de las mujeres, uno de los ejes narrativos en la obra de Galeano… “y este libro”, nos dice, “es una tentativa de ver a la mujer de otra manera, porque la mujer fue concebida hasta ahora por la historia oficial como sombra fiel del prócer o como objeto decorativo. Y la verdad es que las mujeres han sido muy importantes en todos los procesos que hicieron lo posible para que el mundo cambiara. Entre ellas está la militante revolucionaria Olimpe de Gouges, que cuando la revolución francesa proclamó en 1793 su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, ella propuso una Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana y le cortaron la cabeza en la guillotina. Yo pienso que ese tipo de cosas deben ser reconocidas, para que ahora, que las mujeres ocupan un lugar por lo menos mejor del que ocupaban, se sepa que no fue un camino regalado por nosotros, los machos… sino que fue un proceso de lucha, un camino conquistado”.
Cada vez que Galeano escribe, intervienen mujeres como en un círculo mágico que se abre y le abriga. Cuenta que Helena Villagra, su compañera, le acompaña durante todo el proceso de creación, y sabe que después sus libros caen, mayoritariamente, en manos de ellas. “Yo les decía a los de sant Jordi que cuidado con las tradiciones, que provienen también de prejuicios acumulados. Y eso de regalarle al hombre un libro y a la mujer una flor no tiene nada que ver con la realidad: en la realidad la que lee es ella, y en todo caso, la flor debería ser para él, a ver si deja de ser un tarzán invulnerable y se enternece un poco”.
Periodismo profesional
“Hacer periodismo crítico es muy difícil, porque los espacios abiertos a la independencia en el mundo más transitado de la comunicación periodística, que serían los periódicos, se han reducido muchísimo en relación a lo que eran al final de la segunda guerra mundial. Yo he dirigido mil revistas y diarios y semanarios alternativos, y esto de ustedes me resulta conocido”, dice. Y nos cuenta su elección personal: “nunca quise ser un profesional del periodismo, en el sentido de entrar en la empresa que mejor me podía pagar y recibir el mejor sueldo, y después preguntar si tenía que escribir a favor o en contra. Nunca quise aceptar eso”. Eso sí, comenta esperanzado: “a pesar de que los medios de producción de opiniones y de informaciones están cada vez más concentrados en pocas manos, lo que ha ocurrido de bueno es la apertura de nuevos canales de comunicación, frente a las cuales yo tuve todos los prejuicios que ustedes puedan imaginar, y que he ido venciendo. Pero vía internet se han abierto algunos caminos de comunicación sorprendentes. Vamos a ver hacia dónde conducen, pero por lo menos han permitido que algunas voces, que antes resonaban en campana de palo, tengan ahora una difusión que está más cubierta. Y eso me parece muy positivo”.
Otro mundo es posible
En la era del miedo global, le pedimos a Galeano que nos recomiende uno de sus espejos para contarle a un bebé que acaba de llegar al mundo. Y nos cuenta Objetos perdidos: “Es verdad que, cuando yo era chico, creía que todo lo que en la Tierra se perdía iba a parar a la Luna. Después vi a los astronautas que fueron y no encontraron allá ningún objeto perdido en la Tierra. Y, sobre todo, no encontraron ni esperanzas traicionadas, ni ilusiones perdidas, ni promesas vendidas… Nada de eso había en la Luna. Y yo pienso que todo eso está en la Tierra. Quizá está escondido esperándonos. Entonces yo le diría al niño, a medida que va creciendo: bueno, ya ves, si todo eso está escondido, te está esperando a ti que estás recién iniciando este camino. Que las encuentres, a esas esperanzas y a esas ilusiones, y que las eches a andar”. Acto después, comenzó su recital de Madrid con una emotiva dedicatoria “a la memoria de los republicanos españoles exiliados en Uruguay, que me enseñaron la dignidad de los vencidos”.
Gracias, Enkarni y Giusepe.
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