jueves, 26 de junio de 2008

El ecocidio permanente

Patxi Ibarrondo nos dijo que él había querido escribir el Quijote. Un libro que después de cuatro siglos sigue dándonos lecciones diarias. “Porque Quijote y Sancho, al final, son la misma persona”. El utópico y el conservador. El deseo y el conformismo. Pasión y resignación. El soñador y el realista. Y en el interior de cada una de nosotras viven los dos. Pero en este mundo ya no hay locos… O quizá todos lo somos, en el cotidiano ejercicio de inconsciencia colectiva, en las formas de vida que aceptamos y hacemos nuestras, todos somos Sancho y Panza.

Porque todo está conectado, y el mundo en su forma humana tiene brazos (África), piernas (sureste asiático), espalda (América Latina), mente (una pequeña parte de Norteámérica y otra minúscula de Europa Occidental), ombligo (ídem...), estómago que se lo zampa todo (ibídem). El verano da la bienvenida a Madrid con un “ozonazo” (la primera subida tóxica por encima del umbral de riesgo de nuestro aire y nuestra salud). Pueblos indígenas son expulsados de sus tierras milenarias en las últimas reservas americanas… lugares donde se vivía con respeto al medio en el que los seres humanos se instalaban, pasan a ser minas que esquilmar al precio que sea. América Latina, una región que produce un 30% más de los alimentos que darían de comer a su población, suma ya 53 millones de pobres. El planeta, secuestrado por un grupo de 500 multinacionales que controlan el 80% del comercio mundial, es arrasado sin descanso en pos de un beneficio privado y ante la inconsciencia general. Ayer salió en la radio que las sardinas que nos venden no son sardinas ni están en aceite de oliva (aunque lo ponga en la lata). Antes engañaron con la perca del Nilo e infinitos ingenios para vender basura en lugar de comida. Los zumos nunca son zumos. La leche no es leche. El pan no es pan. Lo transgénico se llega a vender como biológico. La fruta y la verdura están llenas de pesticidas, la carne está llena de antibióticos y el pescado de plomo. El planeta explota. "No nos queda otra" repite la radio como un vocero interno, en boca de un precario que vive con una precaria y juntos soportan veinticinco horas diarias por la carga de una hipoteca. "Ojalá nos dure muchos años", decía al final. La alegría del esclavo.

En Riff-Raff, de Ken Loach, un hombre decía que no podía con esa idea de que, por el mero hecho de que un niño encienda un grifo para beber agua, o que un anciano encienda la calefacción para protegerse del frío, otra persona se esté enriqueciendo. Eran los tiempos de la Thatcher, que hoy nos quedan tan lejos y tan cerca.

Los beneficios de empresas como Endesa, que después hacen gala de ecologismo, son costeados por la sangre mapuche de los desplazados, los invisibilizados del racismo invisible. Vuelve el pánico europeo a que este verano no haya suficiente energía para mantener encendidos los millones de aparatos de aire acondicionado, que consumen una cantidad de energía descomunal y liberan a la atmósfera un aire industrial y sucio. Acostumbrados a ver la realidad por televisión, el cambio climático también nos queda lejos, como las imágenes de los degollados en Argelia -cuna del gas europeo-, la violencia en Sierra Leona por apoderarse de los recursos, los abusos en China o los ojos que se apagan en los desiertos del hambre esclava…

Para alimentar a los coches se hace todo lo posible y lo imposible para que no falte combustible. Para alimentar a las personas de un planeta en el que un tercio de la Humanidad se muere de hambre, no se hace nada. Para mantener la demanda de teléfonos móviles, las guerras por los minerales para las baterías, como el coltán, devastan lo poco que queda por devastar de África y las urbes del primer mundo se llenan de cánceres por las radiaciones de sus antenas. Aquí al lado, la costa cedió paso al ladrillo listo, los Monegros cedieron paso a Las Vegas, las islas verdes hoy son negras sombras… y para llevar a un juzgado un atentado contra la naturaleza, Ecologistas en Acción debe poner 500.000 euros en el juzgado. “Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”, rezaba la tablilla en la granja. “Cuatro patas bueno, dos pies malo”. Y el mundo que se declara no racista ridiculiza a los gobiernos latinoamericanos, como el de Ecuador, cuando incluyen en su Constitución a la Naturaleza como sujeto de derechos.

Y me acuerdo de una bella canción de los Habeas, que nos habla también de que todos somos uno, en las reservas de Itoiz, Hebrón, el Amazonas…:


“Defender la casa del padre. O al menos esa parecía ser la consigna para los fedayines cuando interrumpieron de la forma más precisa los cables que evidencian el despotismo de la modernidad. Supimos entonces de la existencia de enfrentamientos entre el Ejército Israelí y los Solidarios en la Explanada de las Mezquitas, contra la construcción del túnel diseñado en el Plan Hidrológico Nacional. No tardaría en desaparecer la confusión de aquellos primeros instantes, después de saber que la guerra árabe-israelí comenzaba en el antiguo barrio judío de Tudela. Y como si de aplicar políticas de tierra quemada se tratase, no sorprende a nadie el observar cómo también en la ciudad de Hebrón se combate la biodiversidad. La misma conclusión sacaron las ocho vacas locas cuando la práctica les hizo ver que era el equilibrio sobre el alambre al menos tan fraudulento como lo son los acuerdos de paz. Esquivos a la nocividad que se deduce tras conjugar Valor de Uso, Valor de Cambio, Valor Ecológico. Y como si de resolver una ecuación se tratase, despejar la incógnita de si será por el Canal de Suez por donde fluyan los beneficios que sin duda rebasen los 400 millones de hectolitros. Una capacidad para la que no hay presa que sostenga tal demagogia en boca de quienes se empeñan en que los campos de refugiados levantados en los desiertos del Golán y Sinaí se prolonguen mucho más allá del Alto y Bajo Deba. “Nire Aitaren etxea defendituko dut... Baina nire aitaren etxeak iraunen du zutik”. Ecocidio al norte del Paralelo 36. La Agenda Oculta del Medio Ambiente busca y destruye en la Franja de Itoiz. Ecocidio al norte del Paralelo 36. La Agenda Oculta del Medio Ambiente busca y destruye en la Franja de Itoiz. Itoiz-Lemoiz, Ecocidio. Itoiz-Lemoiz, Ecocidio”.

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