jueves, 11 de septiembre de 2008

Animales domésticos

El hombre es un animal social, decía Aristóteles. “Zoon politikon”, que desarrolla sus fines en el seno de una comunidad. Y de esto hace casi 2.400 años.
Hoy nos educamos durante toda la vida en el individualismo y la libre competencia, sobre la idea de que el hombre “es egoísta por naturaleza”. Sin darle cancha al asunto de que lo que yo haga tendrá consecuencias, ya sea comprar plástico o verdura, linux o microsoft, gasolina o bicicleta...

Lo que no deja lugar a dudas es que la política está en todo lo que hacemos, aunque queramos negarlo. Hasta lo más inocente. Todo es política y la política está en todo. Desde la industria de Hollywood con sus buenos y malos, hasta lo que intenta ser no más que un sketch para mandar a los niños a la cama. A las 21h de la noche salen en Telemadrid “Los Patata”, unos peluches animados que a mí de pequeño (y ahora de más pequeño, aún más) me gustarían mucho. Desconozco si quien ideó el producto pensó en ello (y en el fondo es lo de menos), pero en algo aparentemente tan superfluo podemos ver cómo implícitamente nos están vendiendo como sin querer el modelo de “familia normal”. El padre y la madre, caracterizados él con bigote y ella con rulos, durmiendo en la misma cama, mientras que en un recuadro aparecen el niño y la niña separados de sus padres en habitaciones propias, bebitos experimentando esa primera castración de la que hablan los que aman a las criaturas, la dosificación del cariño, la domesticación del deseo...) No me imagino a ningún otro mamífero ante tal escena si no es todos juntos acurrucados. Aunque la especie humana, al fin y al cabo, que se distinguía a sí misma hasta hace poco de las demás especies por el término sublime de "animal racional", sigue luchando por diferenciarse de los mamíferos eligiendo rechazar también la lactancia y sus tesoros.

Creo que le di vueltas al asunto porque acababa de terminar el “tediodiario” y mantenía una chispa de la mente alerta, o un poco de locura, quizás. Noticias que moldean con esmero nuestros idearios y nuestras emociones, desde el miedo al odio, pero nunca, por ejemplo, el valor de la solidaridad. El otro día me contaron que había muerto Celia Hart, y en el momento no lo lamenté demasiado (recordaba su nombre, más el de sus padres, pero poco más, y no fui capaz de sentir tristeza). Fue abrir internet e indagar un poco en quién era y estremecerme por completo. Entonces uno piensa cuánto no serán de moldeables nuestros sentimientos cuando todos los telediarios de todos los medios de comunicación de masas emiten incesantemente la misma lista de noticias al día con sus dosis de sonrisas y lágrimas.

Los reality shows educan nuestra capacidad de asombro, cultivamos el morbo con el Gran Hermano y sucedáneos, los programas rosa nos cuentan dónde está la felicidad y qué hay que comprar para conseguirla, el fútbol nos invita a formar parte del espectáculo y hacer patria. Cada vez más canales para estar más alejados de nosotros mismos.

En la gala de inauguración de los JJOO de Pekín salió una niña preciosa a cantar al mundo la gran mentira del escaparate: escondida en un búnker de vergüenza, la niña de verdad que cantaba no se podía ver porque era gordita y no tenía la sonrisa perfecta como la niña de mentira que encantó a todo el mundo con la voz que no era suya.

Consumimos mentiras sin escrúpulos y las de menos son las que emite el telediario.

Aunque sea un tópico y peque de nostálgico, yo creo que antes la tele era otra cosa. La publicidad no tenía tanto poder, y las dos cadenas que había eran públicas y no estaban tanto al servicio de las grandes corporaciones de las que depende la empresa privada productora de opiniones. Desde el marxismo satírico de La bola de cristal, con sus mensajes a los niños para que lo cuestionaran todo, para que valoraran a los amigos, para que desobedecieran la norma…, hasta los dibujos que había, desde los Fraguel Rock que vivían en comunidad sus problemas, a la rebeldía que ocultaba Pippy Langström, que vivía sin padres y hacía lo que le daba la gana. Las grandes producciones de RTVE, sacadas de las grandes novelas decimonónicas de la literatura española y que cultivaban altas pasiones, hoy son sustituidas por el culto a las pasiones más bajas, un morbo que vende en una espiral mercantilizada, donde si no se supera cada día el listón, no funciona el producto. Sustituimos los mensajes como “sólo no puedo; con amigos, sí”, “si no quieres ser como ellos, lee”, “vamos a desenseñar a desaprender”o aquello de "tienes 15 segundos para imaginar (...) si no has imaginado nada, es que deberías ver menos la tele"… por sesiones de media hora en la que salen unos muñecos mudos que saludan durante diez minutos y se despiden durante otros diez, como hacen los Teletubbies, o por verle el culo cada dos minutos a Shin Chan.

Cuánto agradecería el mundo que recuperáramos la conciencia crítica, la capacidad de cuestionamiento ante lo establecido… más allá de si elegir Telepizza o Burger King, El Corte Inglés o Ahorra más, gasolina o diésel, PP o PSOE...

Y ante esto, un estudio de la Universidad de Comillas dice hoy que un 17% de los más pequeños están solos durante toda la tarde atados al televisor, mientras que el 43% de los menores de once años ya tienen teléfono móvil. Poco amor se le puede tener a una criatura para regalarle esa infancia robada, ese billete de ida hacia el mundo de los adultos. Mucha magia y mucha suerte, como decía Galeano, tienen los niños que consiguen ser niños.



En la naturaleza, en mitad del paraíso cántabro, el perro y el gato juegan juntos a ser salvajes, sin importarles si son enemigos declarados o si de mayores se jurarán odio eterno.

Y uno baja del monte y entra en la civilización Carrefour (basta casi con cruzar la calle, ya que el monstruo ha llegado ya hasta los pies del monte) y encuentra una tienda de animales (en todos los megacentros comerciales ya hay uno, criando animalitos como si fueran tomates y encerrándoles de bebés en solitarias jaulas de cristal).


En ella, este insólito cartel donde facilitan la libertad del animal en cómodos plazos. Si deshumanizamos a los niños, qué no haremos con los cachorros de las demás especies animales y vegetales.
Y no sé qué podemos hacer contra tanta barbarie normal…, de momento, seguir esperando el sueño del día en que en la calle los automóviles sean atropellados por los perros, los niños puedan jugar a ser niños sin tener que ser lo que los adultos quieran que sean, y los adultos puedan jugar a ser humanos sin tener que hacer lo que la sociedad de mercado espera de ellos.

4 comentarios:

ada dijo...

Estoy consternada...ha sido darme con la realidad en las narices con el cartel de "se financian los perros" y salirme espuma por la boca de la rabia que me ha entrado...¡Se financian! ¿Hay algo que el ser humano, a estas alturas, no financie?

Como sigamos así, algún día también se financiarán los besos...

Yo te doy un par de ellos, sin financiación, pero en bxuss que son más asturianus :)

ada.

igor dijo...

Ada, el día en que se financien los besos habrá que dedicarse a asaltar bancos...

dos besos más para ti, sin intereses bancarios y en depósito para que los saques cuando quieras (ay, esto ya parece el anuncio de ing...)!

ada dijo...

jajajajaja!!! Pues mejor nos los damos en efectivo en otro Domingo Verduco :)

igor dijo...

eso es! que además hasta que lleguen los bancos a pisotear esos páramos verdes tenemos para unos cuantos domingos... en efectivo, siempre, que es lo más seguro y lo más humano! (ay, cuánto humanismo... y ay, cuántas agujetas que tengo en las piernas, y eso que casi no hice ni ná!)