lunes, 15 de septiembre de 2008

Animales salvajes

“every day I’m calling mayday,
gure amets karratuentzat borobilegia baita mundua”

(suena la BSO de Esne Beltza, “Mi güey”)


Hace unos meses estaba escribiendo un reportaje sobre cómo viven los ecuatorianos en Madrid, a raíz de la muerte de un joven una noche en Entrevías, y me acerqué al local de la COIN (Coordinadora de inmigrantes) en el barrio para entrevistar a su presidente. La puerta estaba abierta, y entré. En el interior, todo estaba bastante oscuro, un amplísimo espacio bastante diáfano. A los pocos segundos aparecieron unos niños que estaban escondidos. Uno quiso aparentar seriedad, como el niño del chiste (¡¿quién llama a peta!?), y se acercó con pasos valientes para preguntarme “¿qué quiere?” El hermano mayor, sin duda. Asumiendo sin miedo la responsabilidad del local, de la familia, de la organización, como uno de esos comandantes infantiles que la selva de las Américas acoge orgullosa para defenderla. Con infinita cautela y pensados movimientos, proteccionista y seguro de sí mismo, me escuchaba: “...yo vengo de este periódico, y me gustaría entrevistar a tu padre”. “No está”, me dijo al instante, mientras el sentido común me decía que el muchacho mentía descaradamente… así que me puse a hablar con él para hacer tiempo hasta que alguien bajara de la planta de arriba. Le fui enseñando la grabadora, los periódicos que traía, mi cuaderno… y él se mostró dispuesto a ayudarme: “pregúntame a mí”, me decía. “Yo te cuento lo que necesites saber”. Y le fui haciendo preguntas en una entrevista imaginaria en la que podía ver cómo el niño crecía poco a poco de tamaño. A su lado, una niña en segundo plano, le acompañaba en silencio y con infinita timidez, como su propia sombra, haciéndose cada vez más pequeña. Al minuto bajó una mujer, quien me contó que quien buscaba yo estaba arriba trabajando. Subí con ella y charlamos un rato de cómo los sueños se desvanecen en el mundo del egoísmo y de la mentira.

El miércoles pasado el local de la COIN sufrió un ataque fascista. A dos días de la celebración del Foro Mundial de las Migraciones (donde la COIN era una de las entidades que lo organizaban) cuatro energúmenos entraron en el local para intimidar y amenazar a la gente que había dentro recibiendo cursos de formación.

El dirigente de la asociación llamó a la policía. Y cuando se plantaron allí los defensores del orden, lo primero que hicieron fue pedirle la documentación al miembro de la COIN que había llamado. Él mostró un pasaporte de exiliado político. “Esto no vale”, le dijo el policía. Y el dirigente trató de explicar que nunca había tenido ningún problema con ese documento, que era perfectamente legal ese pasaporte, ya que se trata de un refugiado político y tenía pleno derecho...
“Vete a pedir derechos a tu país”, le espetaron los policías, según el posterior testimonio de quien se atrevió a alterar por descuido el orden público.
Y se lo llevaron detenido.
A él.
Los cuatro fascistas se fueron tranquilamente por su propio pie.

Y sigue sin pasar nada en el paraíso de la normalidad española. En Roquetas, el senegalés que fue apuñalado desangró su vida lentamente mientras esperaba durante hora y media a que llegara algún tipo de ayuda médica. El centro de salud del pueblo se encuentra a 300 metros, y el cuartel de la guardia civil a 450 metros. Hora y media tardaron en atender a un hombre cuya vida no valía ni la pena.
Hace poco, en la Casa de Campo de Madrid, escuchamos a un Policía Nacional decirle a otro “a este nos lo llevamos y le dejamos en cualquier cuneta tirado por ahí”, poco antes de llevarse a un latinoamericano borracho que estaba incordiando al personal…
Y no hace falta más que darse un paseo por cualquiera de los barrios con escasos recursos de la capital que acogen la inmigración más pobre, para ver in situ los toques de queda que se efectúan cada día a las nueve de la noche y conocer el miedo en las miradas que cruzan cada una de las estrechas esquinas que doblan los callejones de la incertidumbre, ya que no podemos ver las miradas de todas las personas detenidas en los Centros de Internamiento de Extranjeros que el Estado se encarga de escondernos.
Y los fascistas sólo a veces van sin uniforme, pero nunca se sabe a ciencia cierta cuándo son más peligrosos.

Los inmigrantes son seres sin voz, cuerpos sin alma, entes sin emociones en un mundo donde parece que lo único que tiene sentimientos en esta locura es el mercado. Leo: “el BCE trata de calmar a los mercados con una inyección de capital…” “Wall Street lucha por sobrevivir a la crisis”… bancos que se enfadan, inversores tristes, bolsas que castigan o se alegran, dirigentes que piden que no se toque al mercado porque el mercado descargará la cólera de dios.

2 comentarios:

ada dijo...

Muy bueno tu testimonio...recuerdo haber estado como voluntaria en CEAR y allí nos llegaban casos espeluznantes de violación contra los derechos humanos de los inmigrantes...recuerdo también haber hablado con un periodista colombiano y relatarme cómo tuvo que salir huyendo de su país por estar amenazado de muerte tan sólo por ser periodista o sindicalista (allí mueren a trillones todos los días y aquí ni nos enteramos).Recuerdo también cómo me contó que aquí conseguir refugio político o, simplemente, refugio es prácticamente un milagro...recuerdo un millón de casos día tras día mientras la gente sólo se preocupa por leer el 20 minutos (en 5 minutos) en el metro y ojear tan sólo los titulares sensacionalistas...vivimos en un mundo de ciegos selectivos, que es lo peor. No vemos lo que no queremos ver, no porque no podamos...

Bxuss,
ada.

igor dijo...

el tema de las personas migrantes es tan serio... en un acto de homenaje a las Brigadas Internacionales, alguien dijo que representaba el frente de lucha social del siglo xxi... y no le faltaba razón. Es como el holocausto invisible, la tragedia que más protagonistas tiene de la historia... Ayer leí que la guerra dejó en Irak 4 millones de desplazados hacia ninguna parte ¿adónde puedes salir cuando alrededor no tienes nada?

en fin, Ada... queda mucho para que la conciencia colectiva lo asuma... aunque imagino que cuando nos vuelva a tocar volar del nido a nosotros, reaccionaremos de alguna manera... y vista la tormenta que se avecina...

¡Besos para ti!