Los piratas nunca tuvieron el nombre corporativo de “Estado Pontificio del Vaticano”, ni jamás se llamaron Isabel y Fernando. Tampoco sus siglas se abreviaban para detalle de la historia en siglas como FMI, BM... como el lobo de Caperucita, los piratas, los malos, siempre fueron los otros, los que llegaron siempre tarde, quienes nunca consiguieron el monopolio de la violencia ni tuvieron ni por un ratito la sartén por el mango, condenados a vivir sobre las llamas que calientan el guiso. Personajes al servicio de la moraleja, moralejas al servicio del bien, el bien al servicio de los que escriben la historia.
Hoy, que EEUUropa dedica buena parte de sus recursos a fortificar sus fronteras, los nuevos ministros de países nacidos de la emigración claman por no dejar pasar a un inmigrante más sin papeles y expulsar a los que estén en el país. Y los que no llegan a ministros hablan de bombardear pateras a la deriva. En la sombra, los inmigrantes hacinados en los CIE hacen huelgas de hambre contra su inhumano maltrato. En el sueño del mundo al revés, los países en desarrollo (el 80% de la población mundial que produce para el 20% que consume) verían cómo se hacen ricos los trabajadores del café o del arroz, y los ministros populistas del primer mundo propondrían bombardear un carguero lleno de algodón, microchips o alfombras, por venir directamente de la esclavitud del hombre por el hombre.
Y mientras tanto, la guerra continúa. Guerras encubiertas, guerras silenciosas. Invisibles guerras las del capital y el mercado. El gas que calienta los inviernos españoles pasa por debajo de las vallas de Melilla y Ceuta, en ese milagro que convierte al estado gaseoso la sangre derramada por la población civil en Argelia, en cruenta guerra civil patrocinada por la UE pero que no emiten sus televisiones. Las multinacionales, que ya son más importantes que los Estados, siguen desangrando continentes enteros (África, la inmensa mayoría de América, buena parte de Asia) en la mayor de las violencias… Corsarios modernos que ahora reivindican el derecho al expolio. ¿Y quién paga a quién la deuda externa en el monopoly mundial? De pronto vuelven los piratas, y con ellos la crisis, cuando es asaltado un atunero español por seres humanos desesperados en Somalia.
Todo esto de la división internacional de la barbarie me recuerda a una vieja canción de Kortatu: "tú, maldito burgués, nunca comprenderás; para ti, lo que ocurra en la calle siempre son problemas de los demás".
Escribió Eduardo Galeano: “en 1493, el Vaticano regaló América a España y obsequió el África negra a Portugal, “para que las naciones bárbaras sean reducidas a la fe católica”. Por entonces, América tenía quince veces más habitantes que España y el África negra cien veces más que Portugal.
Tal como había mandado el Papa, las naciones bárbaras fueron reducidas. Y muy”.
De fondo, suena "War", de Bob Marley, como Banda Sonora:
“Hasta que la filosofía que hace a una raza inferior y a otra superior no sea definitiva y totalmente desacreditada y abandonada… en todas partes habrá guerra.
Mientras haya ciudadanos de primera y de segunda clase en cualquier Estado…
Mientras el color de la piel de un hombre sea más importante que el color de sus ojos, siempre habrá guerra.
Mientras los derechos humanos básicos no sean de igual garantía para todos sin distinción de raza, habrá guerra… hasta que no llegue ese día… el sueño de una paz duradera, la ciudadanía mundial, las reglas de moral internacional seguirán siendo una ilusión fugaz que será perseguida, pero nunca alcanzada…
Ahora en cualquier parte hay guerra, y hasta que no caigan los indignos e infelices regímenes que someten a nuestros hermanos a una esclavitud inhumana en Angola, en Mozambique, Sudáfrica habrá guerra…
Guerra en el este, guerra en el oeste,
guerra en el norte, guerra en el sur…
Guerra, guerra, rumores de guerra…
Y hasta que ese día no llegue, el continente africano no conocerá la paz…"
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