martes, 12 de enero de 2010

After dark

–Quiero decir que yo, entonces, lo veía así. Fuera lo que fuese lo que hubiese ocurrido, mi padre no tendría que haberme dejado solo. No debería haberme dejado huérfano en el mundo. No tendría que haber ido, bajo ningún concepto, a la cárcel. Por supuesto, en aquella época, yo no sabía con exactitud qué era la cárcel. Sólo tenía siete años. Pero me la imaginaba como un enorme armario empotrado. Oscuro, temible y aciago. Mi padre jamás debería haber ido a un lugar así. –Takahashi interrumpe su relato–. ¿Tu padre ha estado alguna vez en la cárcel?
Mari niega con la cabeza.
–Yo diría que no.
–¿Y tu madre?
–Tampoco.
–Tienes suerte. Eres muy afortunada de que la cárcel no haya entrado en tu vida –dice Takahashi. Sonríe-. Aunque seguro que tú no te das cuenta.
–Es que nunca me lo había planteado.
–La gente normal no suele pensar en ello. Pero yo sí.

After dark, Haruki Murakami

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta ese cierto caos.

igor dijo...

Gracias por pasar por aquí, Angus... Un abrazo!