sábado, 24 de octubre de 2009

La noche más larga de Xosé Humberto Baena



"Recuerdo aquellos días como si siempre fuera de noche", nos comenta Rafael Seco de Arpe, "Fierro", responsable del aparato de propaganda de Castilla en el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) en 1975. "Esas calles desiertas, húmedas y que no llevaban a ningún sitio, con el peligro acechando en las esquinas, o en los negros coches de los sociales, se me siguen apareciendo en mis pesadillas".
Él fue testigo de los últimos coletazos del franquismo. Los años de plomo en que tantos jóvenes fueron apresados, torturados y encarcelados por motivos políticos por el aparato represivo. La lista de asesinados en los 70 hasta la muerte de Franco llega a las 44 personas.

Un sistema que llegó avasallando a la población civil, y murió de la misma forma, con la intención de llevarse por delante a quien opusiera resistencia. En los años de la posguerra, las causas de muerte que llenaban los expedientes de los ejecutados en las prisiones fascistas siempre decían lo mismo: "Muerto en intento de fuga". Como una macabra repetición del destino, los que caían en los últimos años del franquismo encontraban al día siguiente en los diarios del régimen su epitafio en el titular que informaba que habían intentado matar a un policía.

El reloj de Xosé Humberto Baena, militante del FRAP de 24 años de edad, marcaba las 22:15 la noche del 22 de julio de 1975, cuando fue abordado por policías en la calle Apodaca. Al ser arrojado violentamente al suelo en su detención, su reloj se quedó parado, y ya nunca más volvería a andar. Comenzó entonces el esperpento macabro de un Consejo de Guerra franquista (con civiles) en el que le acusaron de haber matado a un policía (Baena firmó la declaración tras unas interminables jornadas de tortura, y porque nunca pensó que lo fueran a matar). Otros compañeros del Frente habían sido detenidos. Al término del juicio farsa más salvaje de la justicia española, dos miembros de ETA y tres del FRAP (entre ellos, Baena) fueron ejecutados. Los tres últimos en Hoyo de Manzanares, la madrugada del 27 de septiembre de 1975, aplicando el franquismo su principio inexorable de la crueldad inútil que acompañó al régimen durante sus cuarenta mil días. Ni las peticiones de clemencia al rey (que ya salvaguardaba los intereses del Estado), ni las peticiones del mismo Papa a Franco, ni la presión internacional, el asalto a la embajada española en Lisboa, la petición mexicana de expulsión de España de la ONU... nada pudo parar la bota de la venganza. Los batallones de ejecución estaban formados por policías y guardias civiles voluntarios, gente que aún hoy sigue viva y que no guardarán en su almohada las mismas pesadillas que refiere Fierro en sus noches. Flor Baena, hermana de Xosé Humberto, recuerda que aquel día el batallón iba pletórico a realizar su tarea, y una vez tiroteado el joven vigués lo celebraban delante de los familiares y amigos como si estuvieran brindando por una victoria.

Luis Eduardo Aute escribió aquellos días Al alba, en la que cantaba "presiento que tras la noche vendrá la noche más larga". Promiscuals, de la mano de José Ángel Lázaro, dedican esta canción al documental "Septiembre del 75", con la esperanza de poner fin a la noche más larga, que no era la muerte a tiros en el pelotón de fusilamiento franquista, sino la que vino después, y que habla de la amnesia, del "Borbón y cuenta nueva", de la invisibilización de la página arrancada de la historia, la cal en la memoria para que no se sepa que hubo miles de jóvenes que se entregaron en vida, hace tan solo un puñado de años, para que el monstruo no muriera como murió (en la cama, dejando todo atado y bien atado en el estamento judicial y con demostraciones de poder absoluto, nombrando a su propio heredero) y se abriera un proceso verdaderamente democrático y popular.

Flor Baena sigue luchando hoy (recogiendo el testigo de su padre y de su madre) por la anulación del juicio que mantiene en la historia que su hermano fue un asesino. Manteniendo la llama de la vela que le dejaron sus padres desde 1975 por recuperar la dignidad y la memoria de Xosé Humberto, para que de una vez, por fin, su reloj pueda volver a caminar y aparezca algo de luz en la noche del olvido.

Las cartas que Baena escribió desde la prisión de Carabanchel (otro de los símbolos de la crueldad franquista desaparecido de la memoria recientemente por quienes hablan de memoria histórica y son incapaces de reparar a las víctimas del franquismo), cartas que se pueden encontrar por internet, acaban resultando una tesis sociológica sobre cuáles eran las condiciones de vida de los jóvenes que decidían dar el salto a las organizaciones revolucionarias para tratar de luchar por mejorar sus condiciones de vida. A él le detuvieron una vez en Vigo, en una manifestación estudiantil (era estudiante universitario), y ese acto incauto le costó el empujón hacia la marginación social contando con apenas 20 años de edad (la policía le retiró el "código de buena conducta", necesario para conseguir un trabajo, y hubo de decir adiós a su prometedora carrera para condenarse de por vida a trabajos eventuales, indignos y peligrosos (acabó de peón de fundición), y terminar huyendo de su ciudad natal por presiones policiales tras participar en la colecta para pagar la tumba de un obrero de Fenosa tiroteado por un guardia civil en un Primero de Mayo en Vigo).

Hoy, estos antiguos hijos del pueblo se contarán por miles y seguirán viviendo, sobreviviendo, en una España que los ignora y que decidió no mirar siquiera a los responsables de tantas masacres, en los días en que asistir a un Primero de Mayo o realizar una pintada en solidaridad con los compañeros se convertía en un arriesgado asunto de vida o muerte.

Desde el 6 de noviembre, podemos ver en el Pequeño Cine Estudio la película "Septiembre del 75", que acaba de ganar el 2º premio de la sección Tiempo de historia de la Seminci.

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