domingo, 5 de julio de 2009

Zona Especial Norte



“Me hablas pero no puedo oírte: el chivato cableado que me ha dado un beso de 40 minutos está muerto… le has ganado una sonrisa a la impotencia. Cristales golpeados, síntoma de distanciamiento entre amigos; una mochila cuadrada repleta de ti. Y las incontenibles ganas de recorrer ochocientos kilómetros de venganza.
(...)
Ven, estoy en el vacío que está junto a ti… Ven, un paso más hacia la cumbre… Y tú, escúchalo bien, tú me fortaleces… Ven, ese viejo muro está al caer; está al caer, a patadas, claro.
No hay sitio para la renuncia, siempre mirando hacia delante. Firmes en nuestras ideas, el futuro te espera…”

Y la preciosa voz de Sorkun canta:
“Como demuestran las cartas violadas, son testigos de letras solidarias que jamás se hayan escrito”
(Kristal kolpatuak, Cristales golpeados, canción del Hatortxu 10).

“Te amo, cada vez que con mi bolsa me dirijo al autobús.
Te amo, en ese largo viaje sin poder conciliar el sueño.
Te amo, cuando tomo un café con leche en un pueblo que no es el mío.
Te amo, cuando veo los muros grises
y me dan un número.
Te amo en el momento de enseñar el carné
y mientras me registran.
Te amo, cuando te espero sentado en los dos metros cuadrados.
Te amo, cuando apareces
y me lo dices todo con los ojos.
Te amo, cuando en lugar de acariciar tu mano,
toco el grueso cristal que nos separa.
Amo los cincuenta y cinco minutos
que dura la visita,
cuando el ruido del cerrojo me hace recordar
que otro mes más tiene que pasar hasta volverte a ver.
Podría escribir otro tipo de canción
pero prefiero estar cansado. Y la frase,
la que no te cansa escuchar,
te la volveré a decir mil veces.
Al volver, tan pronto agarro un libro,
me quedo dormido
para enseguida empezar a soñar contigo.
Y en los sueños te quiero preciosa,
como una poesía obsesiva de Xavier,
como una narración moldeada por Sarri,
como un cuento de Obaba de Atxaga,
como una historia sangrienta de Mikel.
Te amo."

(Amodiozko kanta, Canción de amor, Negu Gorriak)


Cada año, por Navidad, mientras en los centros comerciales suena incansable el mismo disco de villancicos, hay quien entona el cántico popular “Hator, hator, mutil etxera", para pedir que vuelvan a casa los represaliados del conflicto político vasco. Desde 1999, el festival Hatortxu Rock se celebra por esas fechas en apoyo a este colectivo de presos. Hatortxu 10 se trataba de una convocatoria especial en verano, formulada como un homenaje al Hatortxu en sí, y a la gente que cada año lo hace posible. Resultaba especial también porque estamos asistiendo a una campaña de criminalización sin precedentes contra los movimientos de apoyo a presos. Según informa Etxerat, entre los Estados español y francés hay 738 personas presas, que debido a las políticas de dispersión destinadas a condenar también a sus seres queridos, se encuentran a una media de casi 700 km de sus familias (que gastan un promedio de 1.637 euros mensuales en ir a visitarlos).

Cuando nos acercamos a Lakuntza, en el precioso valle de Sakana (que hoy sufre los destrozos de las obras del TAV), comenzamos a rememorar el plan ZEN puesto en marcha en 1983 encontrándonos todos los accesos al pueblo tomados por la Guardia Civil. Queda claro de entrada que esto no es el Viña ni el Festimad. El clima autóctono amenaza lluvia todo el rato, aunque por suerte y por las altas dosis de civismo no hay incidencias de ningún tipo.

“Zona Especial Norte” fue también el nombre del primer trabajo que firmaron los grupos RIP y Eskorbuto de manera conjunta en 1984, en los albores del llamado rock radical vasco. Y aquella BSO del programa represivo sonó con fuerza esta edición del Hatortxu: la actuación de RIP fue de lo más impresionante del festival. Concierto emotivo porque de la formación original sólo quedan dos miembros, y una tromba de invitados (Juanra KOP, Niko MCD, Etsaiak…) fue subiendo a cantar sus canciones ante un público enfervorizado que coreaba unas letras que sonaron muy actuales. Otros grupos llevaron también versiones del cajón de las viejas canciones de Eskorbuto y Kortatu, aparte de la presencia del incombustible Evaristo (Gatillazo) o Parabellum. El altísimo nivel de las bandas y el entusiasmo de la gente unió las viejas canciones de combate con los himnos más recientes: qué decir de los directos de KOP, Banda Bassotti, Habeas Corpus o Berri Txarrak… También hubo lugar para las charlas políticas del colectivo de presos y para celebrar el Hatortxu Eguna, en el que ex preso político del IRA Bik McPherlan cantó “Quisiera volver a Derry”, de Bobby Sands.

La organización nos habla de 10.000 asistentes el viernes y 20.000 el sábado, una solidaridad que desbordó todas las previsiones. Jóvenes venidos de todos los rincones de Euskal Herria y del Estado. A pesar de que el cartel de conciertos es impresionante, lo que más sorprende es la capacidad de organización del evento. El número de voluntarios en los taldes de apoyo, según nos contaron, ha rondado en torno a los 2.500, que se encargaron desde semanas atrás de segar y acondicionar el inmenso terreno para los escenarios y las zonas de acampada, y luego de velar por que todo fluyera con respeto hacia el pueblo y el medio ambiente durante los tres días: los accesos en coche, la atención a la gente, los hatortxubuses, las txoznas… en un ambiente que no dejó de ser festivo en ningún momento. “El pueblo de Lakuntza ha estado trabajando prácticamente para el Hatortxu. Sin ellos y ellas el montaje no hubiera sido posible”, comentan. Los grupos musicales vienen participando desinteresadamente, como forma de mostrar su compromiso.
Un festival atípico, especial en todos los sentidos, que para los organizadores es una “cita con la solidaridad”, y que, al contrario de cualquier otro de la lista de festivales, éste cada vez termina con el profundo deseo de que sea el último a celebrar.

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