En el fondo de la galería
como quien descubre una isla desconocida
habita la sombra un niño herido
rodeado de lo que nunca tuvo
los abrazos que no dio, los besos imaginarios.
A la luz, la abundancia
y la soledad.
El niño dibuja letras desgarradas de la herida
jirones de deseos soñados
fusas y semifusas, un silencio de blanca
colgando de la cara oculta de la Luna,
llantos acunados en pentagramas noctámbulos
o dormitando en el lecho
del paraíso de la hoja en blanco…
Un espejo en el espejo,
en el momento exacto en que comprendes
que el ojo no es ojo porque tú lo ves,
sino porque él te ve.
Los daños silenciados de las alergias a los medicamentos
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Hace 23 horas