miércoles, 26 de noviembre de 2008

El mes del silencio

"Na casa, sostida a penas por esa desgana en morrer que teñen as ruínas,
escóitase o outono descalzo polas lousas"
(Manuel Rivas)

Manuel Rivas habló hace tiempo de la necesidad de practicar la ecología de las palabras. Escribir lo necesario y liberar al lenguaje de la hojarasca retórica. Que no sobre una coma, que la frase no sea más larga de lo que quería ser. Escribir en conjunto como práctica antiegótica para ponerle una dosis de cariño humano a las palabras.
También está, claro, la versión marxista en la dialéctica de las cosas: “es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”, que dijo el gran Groucho.
En mi adolescencia me dio por escribir un diario para mis noches de invierno. Y llegó un momento, meses después, en que me di cuenta de que había abandonado el precioso hábito de comunicarme con el silencio en la hoja en blanco a la misma hora cada noche… y decidí lanzarme a escribir un diario nuevo en la región imaginaria de la soledad del cuarto. Al tiempo, me di cuenta de que ambos comenzaban la misma fecha, en dos años distintos y consecutivos: el 1 de noviembre.

El otoño, una estación inspiradora para este tiempo de recogimiento. El lugar desde donde parten los sueños del alma. Este mes me encerré a escribir un cuento, y aunque no recuerde si lo comencé el día 1 (a estas alturas ya no me queda ninguna duda de ello) el chivato del blog sí delata mi silencio para este mes de noviembre.
O quizá no tenía nada que decir.
Un escritor sostenible. Escritura respetuosa con el medio, en un mundo que nos educa en las palabras de más, sumergiéndondos en el ruido de fondo y nunca en el silencio.