lunes, 26 de mayo de 2008

la vuelta al día en 80 mundos

“La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza”. Lo escribió… ¿George Bush? No, George Orwell…

La semana pasada la oí en la televisión (quizá en el único concurso de la tele donde no se celebra el morbo, se juzga sin tapujos ni se utiliza a la mujer como un florero sonriente y donde, sorprendentemente, se aprenden cosas…) y después de enunciar las frases y decir que era el lema del Ministerio de la Verdad, el locutor dijo: “y se refiere a un tiempo que ya es pasado”.

Al principio me desencajó esa puntilla… pero es verdad… vivimos en un tiempo en el que ya no se ve la luz del “hala, mira, ¡es como ahora!” sino la oscuridad de que la consigna la tenemos interiorizada, de la misma forma que nuestro tiempo de libertad se reduce a quince días en agosto o que después de la noche viene el día en el calendario donde todos los santos se llaman Sísifo. ¿A quién se le ocurre la insensatez de salirse de la norma? ¿quién es capaz de desafiar al Dios Trabajo? ¿por qué no te compras ya un piso? Si no, no tienes nada... La letra con sangre entra, pero ¿leer, para qué sirve? Hay que correr para llegar el primero… y tú, ¿qué quieres ser de mayor? Y estudiar eso… ¿para qué sirve? ¿Y por qué elegir no ser ahora? ¿qué locura es esa de no escolarizar a un niño? ¿Y eso que os ha dado ahora de parir en casa… en qué mundo vivimos? ¿cómo vas a dejar de trabajar para eso, loco?

En las horas que no utilizo del día, yo escribo en un blog, mientras me llega un correo impersonal-colectivo donde un antiguo compañero nos desea “que estemos programando bien nuestro viaje de vacaciones” (en pleno mes de mayo, con su primavera aún virgen, sus lluvias y sus hojas verdes)… y me suena a la conversación de dos presos a cadena perpetua preguntándose por el permiso que nunca llega… quizá ya llegó el momento en que hemos hecho nuestro el lenguaje carcelario. ¿Alguien puede dar la luz?

“No puedo seguir
escucho
los pasos del funcionario…”

(Marcos Ana)

martes, 13 de mayo de 2008

En los ojos del joven arde la llama.
En los ojos del viejo brilla la luz.

Víctor Hugo


…y en los ojos del niño?
…¿qué hay?
debería ser obligatorio mirarnos en el espejo de la infancia al menos una vez al día. Colocar nuestra imagen-recuerdo de lo que fuimos-somos en la puerta de casa o en la mesita de noche…, hacernos preguntas para revisitar el territorio donde aún no existía el ego, sino el juego… y el único tiempo posible era el ahora.

miércoles, 7 de mayo de 2008

la historia y las marionetas

Todo el mundo piensa que es Lenin... aunque la estatua esté firmada como Ernst Thalmann y el parque donde habita lleve también su nombre... y a mí me gusta jugar a que son los dos, porque además comparten mucho. Y porque de paso descubrí la figura de Thalmann, dirigente alemán que puso nombre también al batallón de brigadistas internacionales que vino a combatir el fascismo... y a la vez recuperé de la memoria al dirigente soviético.

Cuando era mozo una canción que escuchaba en la cama decía “en tiempos de confusión y sin personalidad, en los que oímos tantas tonterías… en estos tiempos en los que cada uno ha aprendido a mirar exclusivamente por lo suyo. Qué fácil es con el paso del tiempo descalificar toda la vida de un hombre. Cuánta ilusión, fe y cordura perdidas en la caja negra de la historia. El trabajador, el parado, la pobreza, la miseria… todo queda oculto bajo la codicia del dinero. La causa de todas las desigualdades salvajes se esconde en el regazo del dólar. La paz de unos debe ser pagada por otros en la guerra… Lenin, escucha, han despreciado tus trabajos…”. Hoy, como en tantas cosas, quien defiende la figura histórica de Lenin pasa directamente a la lista negra de los molestos o de los terroristas.

Paseando por Berlín Este me di cuenta más que nunca que la historia la escriben los vencedores (aunque no podamos decir que la Unión Soviética haya vencido en una historia a la que dieron por finalizada en 1989 tras la victoria militar del monopoly mundial).

Y fui más consciente que nunca de que aquí (un rinconcito de Europa donde nunca se derrotó al fascismo y ni mucho menos fue ni simbólicamente juzgado) no hay sitio para recordar ni reconocer a los que sufrieron el avasallamiento militar en el 36, lo que después de cuarenta mil días se reconvirtió en Transacción y se le puso rostro democrático mediante el “Borbón y cuenta nueva” y las elecciones parlamentarias, una vez quedó todo “atado y bien atado”. Con el jaleo montado tras presentar la “Ley de la Memoria Histórica”, no parece que a nadie se le vaya a ocurrir plantear a corto plazo quitar la simbología fascista que aún queda en nuestros colegios, plazas, iglesias y demás patrimonio… como para pedir un monumento a la II República, al miliciano, al soldado defensor del régimen democrático de 1936, a las Brigadas Internacionales o a la Pasionaria… Escribió Gil de Biedma “de todas las historias de la historia, la más triste sin duda es la de España, porque termina mal. Como si el hombre, harto ya de luchar con sus demonios decidiese encargarles el gobierno y la administración de su pobreza”.

Es un sueño utópico conseguir que la memoria no esté en venta, y que no vuelva a suceder lo que en un pueblecito de Logroño tras la guerra, cuando un grupo de viudas, después de hacer colectas durante años, logró comprar los terrenos donde se escondía una fosa común en la que estaban enterrados sus familiares, para levantar ellas mismas un cementerio en 1979 con el que honrar su memoria. Hay tantas historias de esas por salir… Dulce Chacón, mientras investigaba para escribir “La voz dormida”, contó que en el norte se encontró con muchas abuelitas con miedo, que cuando tenían que hablar de la guerra aún hablaban en susurros, escondiéndose del pueblo por lo que pudiera pasar. Otras se declaraban en profunda sorpresa porque alguien viniera a preguntar por una historia por la que jamás nadie se había interesado…

La desmemoria es que no se haya roto con ese pasado, que nadie se eche a la calle o al monte por llevar a sus niños al colegio General Mola (quien llamaba a bombardear civiles y si eran mujeres y niños mejor, para mayor escarmiento rojo), o para pedir que el Valle de los Caídos sea renombrado como Museo del Horror… que eso se asuma como parte de un pasado que no fue nunca común y, sin embargo olvidemos, por ejemplo, que la inmigración forma parte de la esencia contemporánea de los pueblos ibéricos cuando convertimos a la inmigración en delito con la mirada o con el silencio o con el voto.

domingo, 4 de mayo de 2008

la escalera de los caminos

En el interior del Tacheles, el enigma de los caminos en su escalera, que conserva todas las heridas bajo y sobre el cariño de las capas de pintura y los carteles nuevos... un antiguo almacén soviético reconvertido por los artistas en un centro autogestionado, y vuelto a reconvertir por el eurodólar en un lugar donde caben todas las preguntas. Desde sus bajos sale el autobús turístico para los guiris que llegan a Berlín. Tras tomarse una cerveza en Zapata, se dejan llevar por los caminos de la diversión programada a un precio módico.
¿Hacia dónde vamos? Se pregunta la creatividad en los viejos escalones del Tacheles... escalones que suben... o bajan... sombras fugaces de lo que fue o será o está siendo. Pasos pensantes.
En la calle, la noche del 1 de mayo inunda de cristales rotos y policía el barrio de Kreuzberg.
¿Hacia dónde vamos? pregunta una bicicleta estacionada desde hace horas, junto a otras centenares más, bajo el puente de Skalitzerstrasse, entre llamas, carreras y gritos. Los policías se mueven en grupos de 20, dan miedo. Son tan sigilosos que sin darte cuenta aparece un nuevo grupo corriendo desde la nada y te atropella sin piedad. El primero de ellos lleva siempre una cámara con la que graba todo lo que sucede. Con la precisión del águila son capaces de entrar con sus garras en mitad de la manifestación y coger a quien les tiró otra botella sin provocar mayor estruendo... A ellos no les hacen falta las preguntas.
¿Hacia dónde vamos? Le pregunta el corazón, queriendo salir del pecho, al muchacho que ahora es llevado en volandas a uno de los cientos de furgones policiales que blindan Berlín Este...